La muestra ¿Dónde
están nuestros héroes y heroínas? congrega
obras de arte producidas durante los últimos treinta años
con el ánimo de reflexionar sobre el conjunto de representaciones
que la condición heroica ha planteado al imaginario peruano
actual. Se trata de invitar a los asistentes a graficar su modo
de entender el comportamiento heroico desde la vida cotidiana y
el propio ejercicio de la ciudadanía. Nos interesa propiciar
una reflexión que aspire a trascender la tentación
autoritaria que tradicionalmente ha caracterizado la selección
de los héroes oficiales y que nos proyecte a una nueva apuesta
por la historia.
A través de variados medios y soportes la exposición
pone en juego un complejo panorama visual y valorativo. Entre los
extremos de ficciones socialmente conocidas y de una memoria plural
aún no reconocida ni legitimada se abre paso un territorio
de conflicto y negociación simbólica en el cual los
contenidos de la imagen documental y de los medios masivos de comunicación
se nivelan. Las interfases de computadora, videojuegos, imagen televisiva,
cine, dibujo animado, cómic y gráfica son soportes
desde los cuales representaciones visuales de la heroicidad se difunden
masivamente llevando consigo importantes paradigmas de conducta.
Muy pronto convocan la atención del niño y entran
en pugna con otros modelos, valores e instituciones instalados en
la cotidianeidad de la experiencia familiar y educativa. Estos modelos
no nos son dados necesariamente en soportes visuales pero quedan
conservados en nuestra memoria.
La muestra se ordena en torno a tres ejes de interpretación.
El primer eje toma como contexto las narrativas procedentes de los
medios de comunicación, las historietas o los cómics.
Los artistas aquí propuestos exploran tanto la reinvención
de la imagen del artista como la cita directa a conocidos personajes
de la animación televisiva. Es el caso del talk-show de Claudia
Coca y el personaje "superchaco" de Fernando Gutiérrez,
parafraseando mediante el autorretrato distintos modelos de conducta.
Las esculturas de Haroldo Higa presentan la fisonomía de
superhéroes a modo de un recuerdo infantil todavía
presente.
En el segundo eje se encuentran las narrativas mixtas que combinan
lo imaginario y lo real: confrontaciones simbólicas que pueden
ser vistas como un comentario que aspira a reconfigurar la historia
oficial. Gustavo Rodríguez imagina el gesto narcisista de
nuestros héroes patrios cegando su propio rostro. Jaime Domenack
dibuja a Túpac Amaru como un superhéroe, usando recursos
de la gráfica de la década del setenta. Para Mauricio
Delgado de lo que se trata es de confrontar al superhéroe
con el otro excluido e invisible: el campesino. En cambio, desde
una perspectiva más bien urbana, Iván Lozano revisa
y recrea íconos de la cultura popular de distintas épocas.
Miyagui comenta el presente más inmediato donde se ofrece
un elemento adicional de crítica a un sentido común
alimentado por la televisión y los diarios "chicha".
Desde otra perspectiva, Rafael Moreno usando fotografías
de revistas pinta a los testimoniantes que relataron su experiencia
ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación y el
país en general.
El tercer eje articula las obras desde la documentación a
través del manejo de fuentes de prensa escrita, gráficas
e históricas. Se trata de reeditar y plantear un contexto
diferente para leer la historia representada: hechos y acontecimientos
que han dejado huella en el imaginario nacional. Por ejemplo, Susana
Torres, empleando materiales distintos en un particular ensamblaje,
plantea una reflexión sobre la mujer desde el personaje de
la rabona, mientras que Alex Ángeles reviste a la fotografía
del Gigante de Paruro de Chambi de un gesto de dignidad mediante
el uso de recursos serigráficos. Con esa misma actitud, las
acuarelas de Mauricio Delgado asumen el estilo de Pancho Fierro
para describir a los actuales personajes del emergente barrio de
Gamarra, en La Victoria. Mediante estrategias heredadas del arte
pop, el colectivo NN articula una mirada irónica acerca de
personajes cuya reflexión sobre nuestros desencuentros sociales
nos dan una pauta para comprender el siglo veinte en el Perú.
Tiempo después uno de sus integrantes, Alfredo Márquez,
nos muestra una interfase en donde se pasa lista a los presos inocentes
recluidos en las cárceles peruanas. Próximo a ellos,
Marcel Velaochaga reproduce el retrato del dirigente sindical Pedro
Huillca, asesinado a comienzos de los años noventa. La estética
desarrollada por Jesús Ruiz Durand es fuente directa de una
manera local -¿chola?, ¿mestiza? ¿aculturada?-
de asimilar el pop que nutre a buena parte de los artistas que exponen
en esta muestra.
Un espacio simbólico que escapa a estos ejes, pero que nunca
deja de estar comunicado con ellos y nos sitúa un territorio
surrealizante, hace su aparición en el humor absurdo de los
dibujos de Pedro Pérez del Solar, quien nos invita a una
reescritura de la historia en clave ficcional. Mientras que, por
otro lado, la instalación de Cecilia Noriega nos enfrenta
a una serie de elementos verticales de fuerte presencia escultórica.
Las fotografías contenidas en estas formas nos señalan
la naturaleza del poder mediante el uso de un emblema: el sillón
presidencial.
Además en la sala de video se ha armado un programa integrado
por 4 obras, que corresponden a los ejes anteriormente descritos.
"Memorias de la lluvia" película de Juan Javier
Salazar, revisa las peripecias cotidianas de un taxista, suerte
de antihéroe de la urbe contemporánea. Cercano a Salazar
pero en un tono desenfadado y más actual, Iván Lozano
desarrolla una animación por computadora con personajes populares
del imaginario limeño. Aquí son los chóferes
de combi y una homónima de la cantante Lucha Reyes los protagonistas
de historias próximas al cine de acción. Su estética
se nutre de los colores intensos, propios de la gráfica callejera
chicha. Asimismo Fernando Gutiérrez confronta la heroicidad
en un dibujo animado realizado manualmente, donde se autorretrata
agobiado por la inestabilidad laboral. Una selección de tiras
del Cuy, de Juan Acevedo preparada para esta ocasión, grafica
los dilemas morales del líder en momentos de crisis, cuando
es necesario entrar en acción. Finalmente, el documental
de Carmen del Prado resalta la tenacidad de una madre ayacuchana,
Mamá Angélica, quién se convierte en portavoz
de las mujeres que reclaman por sus familiares desaparecidos durante
la guerra civil interna de los últimos veinte años.
Este intento de proponer una mirada crítica sobre la condición
heroica es la apuesta por comenzar a redefinir nuestros modelos
de conducta y convivencia. Selección incompleta y aproximativa,
pero también punto de encuentro entre el arte y la vida cotidiana,
vale decir, entre los héroes del pasado y los desafíos
que tenemos pendientes.
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