CONSTRUIR UNA GRAN UTOPÍA[3]
UNA DE LAS COSAS más difíciles de sobrellevar
en la crisis que estamos viviendo es la ausencia de una dimensión
de futuro en la sociedad peruana. La falta de alternativas es algo que
la derecha reprocha a la izquierda. Y la necesidad de una alternativa
no es sólo la respuesta a corto plazo a una cierta política
económica, sino que debe ser la construcción de una gran
utopía, en el mejor sentido de la palabra, es decir, un modelo
alternativo, no sólo a cierto tipo de problemas económicos
inmediatos, sino al conjunto de problemas que arrastra desde mucho tiempo
atrás la sociedad peruana. Esta alternativa debe ser una construcción
del pueblo y me parece por eso pertinente tener en cuenta las aspiraciones
y expectativas populares. No debe ser de ninguna manera la elaboración
de un grupo de personas; en realidad solo podría ser vigente en
la medida en que se convierta en un mito que haga vibrar y luchar a las
multitudes, para que desde sus inicios comience a dar un sentido mayor
a sus vidas.
En la reflexión sobre estos temas hay que tener en cuenta el hecho
de que una serie de deformaciones de esta sociedad arrancan desde ese
profundo corte histórico que fue la conquista del Perú:
significó la primera gran avalancha de Occidente; no sólo
de una economía, sino de una forma de civilización y una
cultura sobre el mundo andino. Lo paradójico del Perú es
que, a diferencia de otras sociedades -uno puede pensar en Argentina o
en Chile-, las sociedades tradicionales no fueron arrasadas por el mundo
occidental.
Y se desató, del siglo XVI en adelante, una difícil convivencia,
conflictiva, dura entre el mundo andino y el mundo occidental.
En alguna medida, estos problemas fueron planteados en la sociedad peruana,
al terminar el siglo XVIII y comenzar el XIX, por algunos intelectuales
que no arribaron a diseñar una alternativa cabal a la sociedad
colonial. Es en parte por eso que la Independencia acaba siendo una revolución
frustrada. Nosotros estamos acostumbrados a reprochar la debilidad de
estos intelectuales del siglo XVIII que fueron incapaces de encarar o
de afrontar los modelos coloniales de la sociedad peruana. Pero a estos
hombres no les faltaron instrumentos e incluso tuvieron ideas muy lúcidas.
El problema es que, quizás, las cuestiones que ellos quisieron
resolver eran de tal envergadura que acabaron retrocediendo frente a este
desafío. Quizás, porque cambiar ciertas cosas en la sociedad
peruana del siglo XVIII significaba arrasar con tantas otras, que era
difícil postular este cambio. Por ejemplo, a mí siempre
me pareció ridículo que no tuvieran el valor suficiente
como para apoyar la revolución de Túpac Amaru, pero quizás
apoyar la violencia campesina de los Andes del siglo XVIII significaba
arrasar con tanto de lo que el mundo colonial había creado, que
no se atrevían a marchar en esa dirección.
En alguna medida ese Perú de la época de la Independencia
parece una sociedad sin alternativa, lo que emparenta esa época
con la nuestra. Pero eso sería una manera un poco simple de plantear
una contraposición entre mundo andino y mundo occidental, y no
ver que hay otra serie de elementos y de deformaciones que se han añadido
a esta sociedad. Entre esta serie de elementos hay dos sobre los cuales
quiero plantear algunas interrogantes.
El primero es el siguiente: ¿que posibilidades tenemos nosotros
de rescatar ciertos elementos desarrollados por las economías andinas
tradicionales en el Perú contemporáneo? En el Perú
del siglo XVI, antes de la llegada de la invasión española,
existía un tipo de economía con rasgos marcadamente autárquicos,
básicamente sustentada en el agro y que permitió una acumulación
suficiente de alimentos como para sustentar a una población relativamente
numerosa para los términos de la época, y además,
producir una cantidad suficiente de excedentes. Esa economía comenzó
a ser destruida, en todo el sentido de la palabra, porque. entre otras
cosas, se introdujo un patrón de relación con la naturaleza
muy diferente. Mientras los hombres andinos tenían una relación
de complementariedad con la naturaleza, los occidentales introdujeron
un patrón de utilización y depredación de la naturaleza,
del que es resultado, por ejemplo, el paisaje agrario desolado del Perú:
más una creación de los hombres que de la naturaleza. Lo
que planteo es si sería posible recuperar ciertas formas del pasado,
poniendo en cuestión modelos económicos que se introducen
a partir del siglo XVI: la agricultura de exportación, por ejemplo.
El otro asunto que me preocupa es éste: las sociedades campesinas
en el Perú lograron reproducir ciertos elementos de su economía,
y junto con eso lograron desarrollar, mal que bien, ciertas posibilidades
de autonomía en relación al Estado y al orden colonial.
La comunidad indígena tenía sus propios fueros, su propio
derecho; tanto es así que se hablaba de una República de
indios y otra de españoles. Esto comenzó a generar una cierta
tradición democrática en estas comunidades indígenas:
elección de autoridades, por ejemplo. Ahora bien, ¿en qué
medida existen otros elementos democráticos como estos que serían
rescatables ahora, en función de pensar un tipo de socialismo no
autoritario en el Perú? Porque cuando se piensan las relaciones
entre socialismo y democracia, en muchos casos se está pensando
en un matrimonio entre la tradición marxista y la tradición
liberal. Pero creo que en la misma Europa existían otras fuentes
que concebían una idea de socialismo democrático, como puede
ser, por ejemplo, la tradición anarquista. Dentro de la sociedad
peruana ciertas instituciones formales de la democracia liberal tienen
poca vigencia para la mayoría de la población, sobre todo
en relación a otro tipo de instituciones más cotidianas,
más elementales, más directas, que se han constituido en
la historia peruana.
A mi entender, un proyecto alternativo debe implicar una revisión
de la historia peruana, no debe dar nada por hecho en la historia peruana,
y en esa medida tiene que ser, en el Perú, un proyecto que busque
solucionar problemas que se arrastran por lo menos desde el siglo XVI,
desde la conquista y la configuración de esta sociedad como la
conocemos ahora. También creo que para la elaboración de
este proyecto alternativo sería importante rastrear, no sólo
qué cosas podemos rescatar. Señalaría dos: por el
lado de la economía, cierto tipo de organización en la agricultura,
y por el lado de la política, determinadas formas democráticas
que se han ido formando en las organizaciones populares.
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